El tudense Daniel Pérez Lorenzo podrá hacer uso de la plaza que la Xunta le concedió en el centro Castro Navás a partir del 1 de octubre tras una espera de dos años y cuatro meses. La Xunta confirmó ayer que este joven, con un trastorno del espectro autista, comenzará ese día su adaptación en el centro que la Fundación Menela tiene en Nigrán. Daniel Pérez accederá así por fin a este centro residencial, subvencionado por la Consellería de Política Social y en él que se desarrollan actividades de preparación laboral e inclusión social. Su autismo severo le impide a Daniel llevar una vida autónoma y acceder a este centro es una urgencia para la familia, volcada con el joven y por ello consciente de que ya no podían garantizar por más tiempo su bienestar y seguridad en casa. «Creo que es lo mejor para él. Me estoy dejando la vida», advertía su propia madre. El llamamiento que hizo en abril, cuando tuvo el coraje de pedir públicamente ayuda para su hijo porque la espera se demoraba ya dos años, hizo que decenas de personas se volcaran en una causa que, hasta la fecha, tuvieron que batallar solos de puertas adentro. El hashtag #Uncentroparadani, puesto en marcha el viernes por una excuidadora del joven, había sido ya compartido por 1.400 personas cuando María del Carmen Lorenzo pudo confirmar la noticia más esperada.
«Estaba a punto de romper», aseguró a La Voz justo después de que la Xunta le confirmase que acababa de ampliar el número de plazas residenciales en Menela. «Es casi como si me hubiera tocado la lotería porque me sentía como que yo ya no lo podía ayudar, porque estaba totalmente agotada, gastada y cansada», explicó.
Lo hizo desde el hospital, donde Daniel está ingresado desde el día 10 de septiembre, tras más de 48 horas seguidas sin dormir y tres días después de ser expulsado de un campamento para personas con discapacidad por sus conductas disruptivas. Son comportamientos violentos, incluso con uno mismo pero que, en la caso de las personas con TEA, no se deben a agresividad sino a los desfases y diferencias sensoriales o de interacción. De ahí la necesidad de asegurar el mejor entorno para Daniel, cerca de su familia. Todos están desde hace más de diez días desplazados en el Álvaro Cunqueiro, donde los médicos intentan ajustar la medicación para que Daniel se sienta lo más cómodo posible.
Sus padres y su hermana hacen turnos las 24 horas para acompañarlo. El próximo reto es intentar normalizar de nuevo sus vidas con el respaldo del Centro Castro Navás. Su proximidad posibilitará esa cercanía que la familia ansiaba desde que en el 2016 solicitaron el Programa de Atención Residencial para poder seguir avanzando juntos. «Ahora se irá el lunes y yo tendré tiempo para preparar su regreso el viernes y planificar nuestro fin de semana juntos», avanzó su madre. La Valedora do Pobo respaldó también la lucha por Daniel, con un 82 % de discapacidad y un grado 3 de dependencia, recomendando a la Xunta que «con urgencia facilite el servicio aprobado».
in La Voz de Galicia