Portugal amanecía ayer llamada a secundar la segunda huelga general en menos de seis meses con el mensaje en los medios de comunicación de Carlos Arménio, nuevo dirigente del único sindicato convocante en esta ocasión, el CGTP: "Fazer greve é investir na democracia". Pero la convocatoria para protestar contra la reforma laboral y las drásticas medidas de austeridad aplicadas para cumplir los requisitos del rescate financiero de 78.000 millones de euros apenas tuvo impacto en la población del país vecino. Excepto el paro masivo en el transporte público, de entre un 70% y un 100%, según fuentes sindicales, la atmósfera de ayer en el norte del país era la de un día ordinario: establecimientos abiertos, estudiantes en el colegio, furgonetas de reparto en acción y sucursales bancarias a todo gas.
Con una de las mayores tasas de desempleo de la zona euro, un 14,8%, solo superada por Grecia o España, la segunda protesta contra los ajustes aprobados por el ministro conservador Pedro Passos Coelho no tuvo la respuesta esperada por la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), que convocó en solitario el paro de ayer mientras que UGT se desmarcó de la propuesta. Lejos de las imágenes tipo barricada vividas en las calles del país griego, Portugal transmitía ayer sensación de tranquilidad. Ni un solo comercio cerrado en las calles de Valença do Minho. La oficina de Correios trabajando a jornada completa al igual que las sucursales del Banco Espíritu Santo, la Caixa Geral de Despósitos, el BBVA, Banco Popular o Millenium B.P.
La que fue la tercera huelga general en territorio luso en menos de 16 meses, tuvo una ínfima incidencia en las empresas privadas y el comercio, y moderada en las administraciones. Donde más se notaron sus efectos fue en servicios municipales como el de basuras, pero mucho menos perceptibles en colegios, hospitales y organismos estatales, según informaron ayer fuentes sindicales del país vecino.
Grupos de estudiantes con sus mochilas acudieron, como todos los días, a las clases en el instituto politécnico. Los comercios del centro de Valença mantuvieron sus puertas abiertas de par en par, con las típicas toallas, manteles y menaje portugués expuesto en plena acera.
La sensación de normalidad en las calles del norte del Estado chocaba con los escasos carteles colgados en rotondas, farolas y señales llamando al paro general. "Aquí no se nota, tenemos la misma actividad que un día normal", según el personal del Centro Comercial Europa, situado en la explanada donde se ubican cada semana los puestos del mercado. Pero ayer no había feria y el movimiento en esta parte del pueblo era escaso. En la estación de autobuses, de gestión privada, las mismas líneas que otros días.
El único rincón tocado por la protesta nacional, al igual que en el resto del país, fue la Estación de Tren: de once comboios diarios solo estaba prevista la salida de dos. De hecho, al mediodía de ayer, el único tren que había pasado por Valença era el de Vigo-Oporto, según un operario de la estación valençana. Las vías sí sirvieron de soporte, no obstante, para las líneas de mercancías, que realizaron su jornada de trabajo habitual. Es que el paro general de ayer coincidió con la huelga de maquinistas, lo que influyó en el descenso de actividad en los raíles del Alto Miño.
Clímax en las ciudades
Las irregularidades por la protesta en el sector del tranporte, en el que más se notó la jornada de greve pero sin llegar a paralizarlo en su totalidad, sí fueron más visibles en las grandes ciudades, como Lisboa y Oporto. Según la Federación de Transportes y Comunicaciones de Portugal (Fectrans), el suburbano lisboeta se bloqueó y el de Oporto registró un seguimiento del paro del 90%. El efecto en Transportes Sul do Tejo (TST), que agrupa a las empresas de transporte de la zona sur del país, se quedó en un 70%. A diferencia de la huelga del 24 de noviembre, hubo circulación de los trenes de cercanías en Lisboa y de los barcos que unen el centro de la capital con el sur del río Tajo.
El metro de la capital, que utilizan medio millón de viajeros cada día, se paralizó y las líneas de autobuses urbanos operaron "con irregularidad", según explicaron ayer fuentes sindicales. En Oporto, donde la Policía intervino en incidentes con piquetes de sindicalistas del transporte, la incidencia en el sector fue inferior a la de Lisboa, aunque la segunda urbe del país también acusó los efectos del paro con la circulación de más vehículos particulares de lo habitual.
in Faro de Vigo