Aída Valiño está de vuelta. Sin presiones y sin objetivos deportivos, pero la que fue campeona de España de triatlón de media distancia, lucense afincada en Tui, ha vuelto a competir cuatro años después. En este tiempo ha sido madre de dos niñas, Uxía, de un año, y Noa, que está a punto de cumplir tres. Cuando se le pregunta si lo echaba de menos cuenta que es ahora que lo ha retomado cuando se da cuenta de hasta qué punto.El regreso de Aída ha sido algo progresivo. Cuenta que una cosa le ha llevado a la otra, aunque en realidad en ningún momento ha dejado de lado el deporte. Lo siguió practicando durante los embarazos adaptándose a la situación y también ya siendo madre. Ahora da un paso más. «Nunca dejé de ir a la piscina y nadar 1.000 o 1.500 metros, siempre estuve haciendo algo. Pero sí que es verdad que en febrero o marzo comencé otra vez con el club de atletismo de Tui y hace un par de meses empecé a salir en bici otra vez», señala. Fueron sus compañeros de grupo los que la empujaron a dar un paso más. «Empezaron a animarte, a decirme que si este fin de semana vamos a tal sitio... Y me dieron ganas», reconoce. Pero, ¿las había llegado a perder? «Ganas de competir hace tiempo que no tenía. O más que no tener ganas, sentía miedo a la presión del que dirán. Ahora mismo no soy una deportista profesional, no me considero así, sino que hago deporte y compito para pasarlo bien. Mi miedo es que todo en mundo me compare con lo que era antes», se sincera.
Y Valiño asegura que «para nada» se marca como meta recuperar esa versión de sí misma de antes de ser madre. «No sé si con el tiempo, una vez que haya competido más, cambiaré de idea, pero ahora mismo no me lo planteo», explica. Siente ese temor de que los demás, de algún modo, sí se lo exijan. «Primero me insistían en competir en Porriño, pero no me apetecía porque iba a estar mucha gente conocida y no quería esa presión», recalca.Finalmente su reaparición fue en Cambados con un segundo puesto y, sobre todo, con muy buenas sensaciones y sintiendo de nuevo ese gusanillo que tanto tiempo hacía que no experimentaba. «Me encontré muy bien y lo cierto es que no puedo sacar nada negativo», celebra. Confiesa, eso sí, que no estaba precisamente tranquila antes de afrontar la prueba. «Los nervios los tenía como si fuera una infantil», expresa. Aunque el cuerpo no es el mismo después de dos embarazos y tanto tiempo sin el ritmo al que estaba acostumbrada, destaca que le está costando «menos de lo que pensaba teniendo en cuenta que venía de no entrenar prácticamente nada». A su favor tiene que la energía, dice, nunca le falta. «Entre mi trabajo -es enfermera-, las niñas y el deporte, no paro en todo el día, pero súper contenta».La difícil tarea de conciliarNo oculta que compaginarlo todo no es tarea sencilla y que su pareja, el también triatleta Gustavo Rodríguez, y ella cuentan con ayuda. «Me cuesta bastante encontrar huecos para entrenar, pero ahora estoy intentando salir dos horitas todos los días y buscar ese tiempo para mí», señala. Siempre está en función de los turnos que tenga en el hospital: «Si trabajo por la mañana se encargan Gustavo o mis suegros de llevar a las niñas a la guardería y si trabajo por la tarde ya se complica un poco y entre él, mis suegros y mi hermana hacemos malabares para ver con quién se quedan».
Su pareja le animó en todo momento a volver pero «por una cosa o por otra» no lo hacía. «Siempre me apoyó y tenía ganas de que compitiera. Sobre todo porque siempre me encantó y uno no debe nunca dejar de hacer las cosas que le gustan», reflexiona. Por eso cuando se le pregunta por las niñas y el deporte responde que le gustaría que hagan aquello con lo que disfruten. «Nos gusta que lo vivan, que vengan a las competiciones. La mayor cuando su padre no está siempre dice que está nadando o en bici. Ya veremos».
in la Voz de Galicia
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