Solo en unas municipales, porque me presentaba con Coalición Popular Tudense.El verano en el que Antonio Mercero hizo que España viviera pendiente de las aventuras de Chanquete y que todos los adolescentes quisieran emular a la pandilla que paseaba en bicicleta al son de una emblemática sintonía de silbidos, en la otra punta del país un nutrido grupo de pequeños tudenses dominaba ya las rutas en velocípedo. Moisés Rodríguez Pérez (Tui, 1971) es uno de aquellos muchachos que se convirtieron en guías turísticos a pedales con tan solo diez años. Ayudaba a los peregrinos de la época, que eran los conductores que padecían horas de kilométricas colas para intentar cruzar la frontera, llevándolos por los atajos de las calles del conjunto histórico hasta el parador. «Solo cobrábamos la voluntad, pero aún sacábamos hasta 1.000 pesetas en un buen día», recuerda. El de 1981 fue también su verano azul. Pero solo el primero de muchos, ya que con 18 se sacó el carné de conducir y también el del PP, partido por el que fichó hace ya tres décadas. «Nunca paraba en casa. En cuanto heredé la bicicleta de mis hermanas, empecé a rodar. Al fútbol en Areas, al remo en Bornetas, luego al Tyde y todo el tiempo restante para los scouts», explica.La frontera con Portugal marcó su infancia, al igual que la de todos los tudenses, hasta que se permitió la libre circulación de personas en Europa. «Todos tuvimos que sortear las cajas de bacalao, de plátanos y los sacos de nueces, de cacahuetes y de piñas que atraían los portugueses que invandían Tui a diario. Por eso también nuestras carnicerías eran talhos», relata.
«Creo que todo aquel que aspire a tener un cargo público debe empezar desde abajo, aprender de cada etapa y tener siempre ganas de seguir aprendiendo. Yo me levanto con esa ilusión a diario», sostiene el diputado popular por Pontevedra. Él fue cocinero antes que fraile. O más bien, que monaguillo. «Desde los ocho años, antes de ir a clase, ayudaba en misa a diario en el asilo y, como también iba mi profesora, tenía bula para llegar tarde por llevarle los libros», reconoce Rodríguez Pérez. Se confiesa scout de corazón y convicción aún hoy en día, tras haber crecido bajo el mantra de Baden Powell, recitando su máxima al dedillo: «El scout deja siempre el mundo mejor de como lo encontró». Vida municipalPoco tiempo pasó también entre esta etapa de escultismo y el salto a a política, ya que, afiliado a Nuevas Generaciones en 1989, asumió su acta de concejal en 1995, al frente de las áreas de Cultura, Educación y Turismo, convirtiéndose en uno de los ediles más jóvenes de toda Galicia. «Realmente no fue un salto porque yo ya participaba de todo lo que se hacía en el Concello antes de presentarme a las elecciones, desde colocar sillas, pegar carteles, montar palcos o colaborar en la cabalgata de los Reyes Magos. Así que ser concejal fue casi un contínuo».
Un cuarto de siglo después asegura que trabaja con la misma hoja de ruta. «No creo en las carreras meteóricas, no me gustan. Pese a que me considero un joven de 48 años, soy de la vieja escuela y agradezco haber aprendido desde abajo y construir mi trayectoria como una casa, empezando por los cimientos para asegurar la perspectiva. Primero como concejal, luego siendo alcalde, después diputado provincial y ahora, autonómico», sostiene Moisés Rodríguez.Al líder de los populares gallegos lo conoció en su etapa como concejal de Cultura, cuando Tui le concedió al entonces presidente de Correos la insignia de Oro tras la emisión del primer sello dedicado a la catedral: «Yo aún me iniciaba y lo que más me impresionó entonces de Feijoo fue esa mirada directa que aún mantiene a día de hoy ante cualquier interlocutor». Durante la etapa en la corporación tudense, a la que él mismo puso fin en el 2015, cuando renunció a la reelección, sostiene que cerró varios círculos. «Hubo momentos para todo pero me gustó especialmente haber contruibido a que Tui tenga las mejores instalaciones culturales del área de Vigo, gracias al apoyo del equipo humano que aún hoy en día trabaja en el Ayutamiento y firmar la constitución de la eurociudad, que es un valor añadido», sostiene.«Soy tudense por los cuatro costados pero, en mi trabajo diario en el Parlamento, pienso en el conjunto de Galicia. Por eso me siento afortunado de haber aprendido desde la realidad directa», insiste el diputado.
in La Voz de Galicia
Sem comentários:
Enviar um comentário