Vecinos de Tui enfrentan una segunda Navidad en casas de alquiler
«Pasamos de ser afectados a apartados. O que vexo é que irritamos e agora estamos empezando a sentirnos culpables por vivir aquí». Este espontáneo testimonio que Emilia Muñoz ha compartido hoy en la concentración para conmemorar el año y medio de la explosión que borró literalmente su barrio de A Torre, en la parroquia de Paramos ha sido sobrecogedor. Más de un centenar de personas contestaron con un aplauso cómplice y sordo por su «desesperación».Emilia vivía con su marido a pocos metros del almacén ilegal de pirotecnia que el 23 de mayo del 2018 a las 16.20 horas explotó convirtiendo en cenizas la vida de este barrio, donde también fallecieron dos personas. Año y medio después, el matrimonio sigue teniendo que vivir de alquiler, «porque co diñeiro que dan só poidemos aínda facer o tellado», explica sacando fuerzas de donde ya no las hay «porque está pesadilla nunca se acaba». Mención especial hoy precisamente para Mercedes, la veterana de los afectados y que, pese a su avanzada edad, acudió siempre con su pueblo para defenderlo e intentar recuperar su casa. «Hoy nos sentimos especialmente tristes por su fallecimiento. Fue hace unos meses y no pudo cumplir el sueño de regresar a su casa con su familia, ni siquiera para poder morir en ella», lamentó Lupe Pérez, portavoz de la plataforma de afectados visiblemente emocionada. Los testimonios son difíciles de digerir y detrás de cada número hay una persona, con todos sus recuerdos robados.
El presidente del colectivo, Salvador García, confirmó que, solo siete de las diecisiete familias que tuvieron que se realizadas han podido reconstruir sus casas y volver. Cuatro afectados decidirán poner tierra por medio y empezar de nuevo en otros ayuntamientos pero otras seis familias están pendientes de poder volver y el tiempo juega en contra. No solo porque ya solo queden seis meses de ayuda par los alquileres financiados por la Xunta sino porque este destierro hace mella cada día y, especialmente, cada noche. «Estoy con mucha medicación pero a día de hoy sigo sin poder dormir. Era la casa de mis abuelos y padres pero, como es segunda residencia solo nos dan 43.000 euros, que no da ni para el muro», lamenta Dolores. Ella tiene 72 años y su marido ochenta. «Yo tenía pensado vivir hasta los cien pero con esto encima no creo que pueda vivir más de otros tres, cómo vamos a hacer», insiste desolado su marido. La plataforma sostiene que no pararán hasta que todos los vecinos estén de nuevo en sus casas, «pero necesitamos agilidad, esto es una urgencia»
in La Voz de Galicia
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