“¡Que vienen los españoles!” Debieron pensar en esta localidad que se levanta a orillas del Miño en plena frontera con Galicia. Por eso creció al abrigo de una fortaleza formada por varios módulos en forma de estrella. Dentro todo es historia y está mimado a la perfección con calles ratoneras plagadas de tiendas ya que es una de las mecas del turismo de compras en Portugal. Pero entre toallas, sábanas y carteles de descuentos brilla esa esencia medieval, esas puertas que se atraviesan como si se fuera un cruzado que vuelve de Tierra Santa en pos de llegar a sitios tan especiales como la Iglesia de Santa María de los Ángeles.
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