Cuenta la leyenda que en la fortaleza de Valença do Minho, apuntando hacia la catedral de Tui, había un cañón que llevaba grabada la siguente divisa: "Ai espanha se te moves"
La leyenda de los cañones de Valença habría que añadir la de la heroína de Monçao, Deu-la-Deu Martins. Rodeada la fortaleza de dicha villa por las tropas de Enrique de Trastámara y tras un largo asedio, decidió reunir los últimos sacos de harina que quedaban para resistir la hambruna que ya pasaban los sitiados y cocer pan que, desde las almenas de la muralla arrojó a los sitiadores en señal de generosidad frente a su hostil acción. Los españoles, viendo que estaban tan sobrados de alimentos, decidieron levantar el asedio. Pero hay un dato, que no es leyenda y que manifiesta la histórica desconfianza entre ambos países más allá de las guerras fernandinas del siglo XIV o la de la restauración en el XVII: el puente internacional de Tui, que este año cumple 130 desde su inauguración, en el mismo proyecto de construcción se incluyeron varios receptáculos para instalar dinamita por si un conflicto armado entre ambos países recomendaba su voladura. Todavía están visibles para quien camine por su pasarela lateral.
Al margen de estas cuestiones, lo cierto es que las relaciones entre vecinos de uno y otro lado de la frontera llevan más siglos de cordialidad que de hostilidad. Las relaciones comerciales, y el contrabando cuando las fronteras eran más rígidas, unen más que las enemistades dinásticas.
La ruta de las murallas y fortalezas por el norte de Portugal se extiende desde la frontera en A Mezquita, donde está el Penedo dos Tres Reinos, hasta la desembocadura del Miño, en el fuerte de A Ínsua, una isla que fue varias veces disputada entre ambos países y hoy pertenece a Portugal. Chaves, Melgaço y Valença do Minho, y especialmente esta última plaza, conservan los mejores baluartes defensivos. Pero los visitantes, más interesados en las compras, prestan poca atención.
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