quinta-feira, 20 de março de 2008

Las visitas a la feria de Valença provocan 7 kilómetros de retenciones en la autovía

La multitudinaria feria de los miércoles en Valença do Minho se convirtió ayer en el principal foco de atracción para los miles de vigueses que disfrutaron de un día libre gracias a la festividad de San José. Las familias que no pudieron emprender viaje para pasar la Semana Santa fuera de la comunidad encontraron en el mercado luso una buena alternativa para pasar el día, lo que generó retenciones de hasta siete kilómetros en la autovía A-55, a su paso por Tui.Los empresarios lusos calculan que durante la jornada visitaron su popular mercado alrededor de 13.000 personas, de las que más de 10.000 procedían de Galicia, fundamentalmente de Vigo y Ourense, las ciudades más próximas.El éxodo hacia el norte de Portugal se dejó sentir desde primera hora de la mañana en la Autopista del Atlántico, pero los peores momentos se registraron alrededor de mediodía ya en la autovía Vigo-Tui, donde los conductores llegaron a estar completamente parados en algunos puntos. Escenas similares se repetían justo después de comer, otro momento complicado para la circulación que obligó a la Guardia Civil de Tráfico a poner en marcha un dispositivo especial de vigilancia.Más de hora y media tardaron los conductores en recorrer los algo más de 35 kilómetros que separan la ciudad olívica de Valença do Minho. Familias enteras con destino a Portugal y con la única intención de pasar un día distintos y hacer algunas compras para casa, aprovechando la celebración del Día del Padre.La situación se repite en mayor o menor medida siempre que coinciden en el calendario un festivo en Galicia con un miércoles laborable en el país vecino. Pero se agrava en jornadas como la de ayer, cuando el día libre llega en el inicio de las vacaciones de miles de familias gallegas.Un día de descanso que acaba convirtiéndose en una jornada agotadora para aquellos a los que no les gusten las aglomeraciones. Caravana para entrar en la villas, una odisea aparcar cerca del mercadillo, colas para comprar y casi imposible encontrar hueco en un restaurante para tomar un respiro o llevar los niños al baño.Un sinfín de dificultades que se compensan con buenos precios y una variada oferta reunida en un único espacio. Chaquetas a tres euros, zapatos desde cinco, toallas por un puñado de céntimos y paelleras a 11 euros."Gangas" a mediasAuténticas "gangas" para los turistas pero que no engañan a "profesionales" como Concepción Guisande y Carmen Pérez, dos amigas de Porriño que ayer acudieron a la feria para pasar el día pero no para comprar. "No es buen día, lo que hoy cuesta 5 euros la próxima semana lo encuentras por 3", advertían divertidas camino de un restaurante.Sus consejos no evitaron que otros visitantes sí aprovecharan la visita, como las hermanas Estrella y Pilar Lusquillos, vecinas de Redondela y Soutomaior, que acabaron comprando en los puestos de menaje y que en sus esporádicas visitas al mercado suelen centrarse en los puestos de "hogar, ropa deportiva y calzado", de los más concurridos.Con paciencia soportaron el lento viaje hasta la feria, en la que familias de Vigo se encontraron con vecinos o amigos. Difícil no advertir alguna cara conocida en un recinto con acento gallego, en el que lo complicado era oír a alguien hablando en portugués.
In Faro de Vigo

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