segunda-feira, 3 de novembro de 2008

Avalancha de gallegos en Valença

La Guardia Nacional Republicana cifró ayer en 500.000 personas la asistencia a la tradicional «Feira dos Santos», que cumplió dos siglos y medio de existencia
Decenas de miles de personas abarrotaron ayer Valença do Minho para disfrutar de la «feira dos santos de Cerdal», una de las romerías más antiguas de la zona, que ayer cumplió 250 años con una salud envidiable.
Se puede encontrar de todo, pero la romería comienza mucho antes. En autobús, coche o moto. A las diez y media de la mañana ya había ocho aparcamientos casi llenos y cinco kilómetros de retenciones. En las grandes explanadas, cerca de ochenta autobuses procedentes de toda Galicia que habían desembarcado a las nueve de la mañana a los primeros 4.000 gallegos.
De hecho, lo más difícil era encontrar portugueses fuera de los propios puestos mientras los «guardiñas» intentaban regular los accesos de una auténtica marea de devotos de sus productos autóctonos venidos de la otra ribera del Miño. Según la Guardia Nacional Repúblicana, a esa hora ya había «200.000 persoas e, ao longo día, pasará medio millón».
La peregrinación para muchos de ellos, comenzó a las 6.45 de la mañana. A esa hora cogieron el autobús en A Coruña Beni Mercadal y sus hijas. «Merece la pena el madrugón porque realmente hay de todo y así paseamos», aseguraban. A ellas, que visitaban la feria por primera vez, el tour solo les costó 14 euros por persona; la cifra se elevó a 25 para los que, como Marina Reboredo, de A Estrada, optaron por la opción de almuerzo incluido. Ella, veterana ya de la romería, inició el periplo a las 7.30 con cuatro amigas. «Góstanos moito e é unha maneira distinta de pasar o día», afirmó. La crisis parece que tampoco afectó a la previsión de gasto ya que «a xente leva moita bolsa».
Los propios feriantes reconocían el poder de atracción de los gallegos. «Son os que máis veñen, confiamos en que a crise non lles faga gastar menos, porque isto é só unha vez ao ano».
Medio millar de puestos, distribuidos en una feria de jeroglífico difícil de descifrar, plagada de carteles con «saldos» y ambientada con música, más popular que tradicional, con la Cabritinha como éxito de ventas. Los vecinos hicieron su particular agosto porque no había finca en tres kilómetros a la redonda que no estuviera presidida por un cartel en el que se leyera «2 euros park» y repleta de matrículas españolas.
A un euro se podían comprar recambios para el coche; a tres, jerséis; y a cinco, desde 24 pares de calcetines a cuadros.
in La Voz de Galicia

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