La entrada en Portugal a través de Valença do Minho no puede ser más espectacular. Su fortaleza, de gran valor arquitectónico, da la bienvenida al viajero a través de una de sus cuatro puertas de acceso -pensadas, como es lógico en aquélla época, para cruzarlas a caballo y no en coche- convirtiendo la llegada a Valença en una verdadera aventura en la que el paso por cada arco debe ajustarse al máximo.
Valença do Minho nos recibió entre una densa lluvia pero, a pesar de ello, no perdió ni un ápice de su belleza ni de ese característico sabor que tienen las ciudades y pueblos portugueses, mezcla de melancolía y nostalgia…. esa saudade que identifica a nuestro país vecino, imposible de explicar a través de palabras.
La comida en Valença do Minho, como no podía ser de otra manera, fue una preparación de bacalao al estilo de la casa -bacalhau a nosso modo-, en un restaurante situado en una de las calles principales de la ciudad, muy cerca del Ayuntamiento y frente a la muralla de la fortaleza, que nos encantó.
in unmomentoparami
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