Ya a las orillas del Miño, una fortaleza, formada por varios módulos que dan lugar a una estructura en estrella, guarda el tesoro de Valença do Minho, considerada una de las mayores zonas comerciales de Portugal a la que hace no muchos años viajaban los españoles en busca de sábanas y toallas. Las propias murallas, que comenzaron a construirse en el siglo XII y se reforzaron en el XVIII, conforman una ciudad dividida en dos cuerpos, dos barrios unidos por un puente situado encima del foso.
Tras acceder por una de sus cuatro puertas, aparecen los pequeños comercios que la hacen famosa, hoy en día ya tiendas más turísticas. En los fines de semana, las calles empedradas se llenan de los artículos de estos bazares para atraer a todos los paseantes. No obstante, no podemos dejarnos absorber por las compras y olvidar los monumentos, principalmente religiosos, que Valença ofrece: la Iglesia de Santa María dos Anjos y la Iglesia de San Esteban -ambas del siglo XIII-, la barroca Capilla Militar del Buen Jesús, o lugares como la Plaza de la República, donde sentarnos a tomar un café y disfrutar del entorno.
Las aguas del Miño separan a Valença de Tui, ya ciudad española. Desde 1884, ambas están conectadas por el Puente Internacional de Tui, la frontera invisible entre dos países de la UE que comparten muchas características, principalmente en este territorio. Sin embargo, en sus inicios, en el siglo XII, esta ciudad fue llamada Contrasta, por su posición rival con la región española.
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