Este año ha ganado el Iberoamericano y el nacional de larga distancia en un deporte al que llegó con 30 años
Gustavo Rodríguez (Tui, 1979) vive sus mejores días en el triatlón con 36 años. Cinco después de dejar el ciclismo profesional y cambiar de deporte. En plena madurez, y aun puliendo detalles en la natación, acaba de ganar el Iberoamericano de media distancia en La Habana y el nacional de larga distancia en Orihuela. Para el futuro, su gran reto es llegar al Mundial de Pontevedra del 2019. Luego pensaría en la retirada.
-¿Cómo un ciclista profesional acaba siendo campeón de triatlón?
-El 2010 fue mi último año como ciclista, corrí en el Xacobeo y al siguiente tocó debutar en el triatlón, aunque los dos primeros años estuve más centrado en el duatlón porque a la natación me costó bastante cogerle el ritmo.
-¿Qué motivo le llevó al cambio?
-Fue un poco forzado. Después de todo el lío del Xacobeo, la mayoría nos quedamos fuera del ciclismo profesional y no me apetecía parar de golpe y quería entrenar. Además conocí a Aida [triatleta y actual pareja] ese año y comencé a acompañarla en los entrenamientos, los resultados llegaron rápido y poco a poco fui entrando de nuevo en el deporte de élite en otra modalidad como el triatlón.
-Es raro hacerlo a los 30 años y luego triunfar.
-Hasta ahora el triatlón, como es un deporte nuevo, se nutría bastante de gente que procedía de otras disciplinas y el cambio se hacía a edades más tempranas para llegar un poco a la élite. En este caso la adaptación a la carrera fue muy buena por Aida y por Diego Álvarez, mi entrenador. Todo lo que me rodeaba era propicio para hacer las cosas bien desde un primer momento.
-Se le atragantó la natación.
-Fue el sector que más me costó y aun me cuesta. Es una disciplina muy técnica y no se ve la evolución tan rápido. Noto que poco a poco voy a más.
-¿La bici sigue siendo su principal baza?
-Creo que realmente para lo que me sirve la bicicleta es para llegar más fresco a la carrera a pie. En este último año a veces ya hice mejores parciales de carrera a pie que en la bici. Noto que cada vez soy más triatleta.
-¿Ha apostado muy fuerte para esta temporada?
-Cambiaron las circunstancias. Aida y yo vamos a tener una hija y si queremos seguir vinculados al deporte de élite los resultados tienen que salir y esa motivación es un plus. También hay que tener en cuenta que Pontevedra será la sede del Mundial de larga distancia en el 2019 y la única manera de llegar allí en la élite es trabajar muy duro.
-Los resultados han llegado rápido con dos títulos.
-Comencé fuerte para llegar al triatlón de La Habana y para el nacional de larga distancia. Ahora quiero estirar esta primera parte de la temporada hasta junio para hacer los triatlones de media distancia de Elche, Pamplona, Bilbao y Zarauzt y luego, tras un descanso, preparar un Ironman en Los Alpes, para luego hacer otro en España y el nacional de larga distancia en Ibiza. A nivel de títulos mi cupo ya está cubierto este año.
-¿Se ve en el Ironman en un futuro próximo?
-Estoy trabajando para irme adaptando a las distancias, con el paso de los años perdemos en velocidad pero ganamos en resistencia y está claro que quiero enfocar a esas distancias no mi futuro, sino el presente.
-¿Tiene fecha de caducidad?
-No me gusta pensar en la caducidad, pero con 36 años a veces toca. El año pasado al principio me costó un poco sacar el rendimiento. Ahora me puse el objetivo a largo plazo del mundial de Pontevedra para sacar de la cabeza ese fantasma y llegar allí sería una bonita manera de rematar la carrera profesional.
in La Voz de Galicia
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