Valença do Minho: no es España pero tampoco Portugal. Un lugar de convergencia, un lugar que casi no existe, como un espejismo, un oasis de piedra en un valle siempre verde del río Miño, un rincón del mundo donde todo tiene tintas muy difuminadas…
Un micro-ambiente protegido de miradas indiscretas gracias a sus murallas y paredes. Una ciudad que desde hace siglos se encuentra a orillas del río Miño portugués, mirando hacía Tui y Galicia, tan cerca y a la vez inalcanzables. Al otro lado del Miño está la gallega Tui, y con tan sólo cruzar el río el tiempo se convierte en relativo. Sí, porque un momento son las 8 y después se convierten en las 9. Es la zona horaria en su expresión más concreta y tangible.
Y Valença intenta llegar a un acuerdo, para alcanzar la paz. Un compromiso entre la vida portuguesa suave y precisa y la cómoda rutina española, entre una y otra. Entonces verás restaurantes que abren su cocina a las 11 de la mañana para luego cerrarla sólo por la tarde, para volver a abrirla a las pocas horas y cerrando sólo de noche. ¿Por qué? Porqué los negocios son los negocios.. Y, si los portugueses quieren comer temprano para volver al trabajo, y los españoles comer el almuerzo tarde porque se fueron a trabajar sólo a media mañana; y si los portugueses cenan y se van a la cama temprano y los españoles salen a cenar por la noche y tiran despiertos hasta casi el amanecer, Valença quiere satisfacer ambos.
Y están satisfechas las mujeres, españolas y portuguesas, que vienen a la ciudad a comprar algodón de todo tipo a precios muy competitivos respecto a los españoles. Numerosos pequeños comercios repartidos por las calles de piedra atraen la atención de turistas y lugareños con sus colores brillantes y el valor inapreciable de piezas únicas, hechas a mano por mujeres muy mayores.
Turístico, pero no demasiado tranquilo. Equilibrio adecuado entre vitalidad y relajación.
in La Otra Ruta
Sem comentários:
Enviar um comentário