El bailarín elige la Abadía de O Pelouro en Caldelas de Tui como retiro creativo para desarrollar su próximo espectáculo
Que una estrella de la danza (flamenca, sobre todo, aunque también ha tocado otros palos) como Rafael Amargo recurra a un pequeño microcosmos situado en Caldelas de Tui para crear sus espectáculos resulta chocante, pero es tan verdad como escucharle explicarlo en vivo con tanta vehemencia que es imposible no creerlo. El artista ya eligió hace dos años el mismo lugar para poner en marcha la coreografía de Eclectic Human, cuyo estreno absoluto, además, se produjo en el Auditorio Mar de Vigo por decisión suya. Esta semana llegó con buena parte de su equipo a la Abadía do Pelouro, casa rural a escasos metros del centro educativo con el que tiene una conexión especial y una relación muy estrecha. «Con toda la vorágine que tenemos para la creación del nuevo montaje, aquí la tensión se convierte en paz. Venir aquí es como volver a mi casa. Yo soy un niño que creció en el Pelouro, en el colegio de Caldelas de Tui, bajo las directrices de Teresa y Juan, que son dos filósofos y catedráticos de la vida», relataba el bailarín durante su estancia.
El artista aclara, a continuación, que sus palabras no hay que tomarlas al pie de la letra. «Cuando digo que crecí en el Pelouro lo que quiero decir es que siento como si lo hubiera hecho, porque me siento muy cerca de las personas que lo llevan y cuando les conocí a ellos y supe de su proyecto pedagógico pensé que era tan sencillo y tan brillante como el que yo hubiera hecho, porque rompen de una manera súpervaliente todas las normas estrictas de ese tipo de educación que sabemos que no funcionan», afirma.
La estrella se considera hijo de ese tipo de educación gracias a la cual aprendió «a ser emprendedor, a ser creativo, a mover ficha sin método y además, ayudar a la gente».
El granadino admite que se siente muy querido y arropado por la que considera su familia. Ese ambiente que tanto tranquiliza al bailaor consigue, además, que se sincere sobre su obra: «Tengo que decir que hace siete años que no creo nada nuevo. Incluso lo que creé aquí la última vez que vine, eran piezas de diferentes espectáculos que yo junté para hacer otro, porque lo que quería entonces era precisamente era presentar un grandes éxitos», confiesa.
Ahora, sin embargo, está en pleno proceso creativo, pero para ofrecer novedades, dar un paso más en su trayectoria, necesita borrar de su mente todo lo anterior. En la producción en la que trabaja todo es nuevo: el vestuario, escenografía, música, coreografía... y todo el cuerpo de baile. «Las bailarinas son nuevas, se fue todo el mundo, hubo como un tsunami, un ciclón, pero yo sigo en pie, que soy el que da la cara», justifica.
El espectáculo ya tiene nombre. Se llamará Sincera mente y ha elegido ese título casi como una terapia. El artista se remite a su situación personal y su trabajo le ha servido de desahogo en un período de su vida que se intuye intenso en lo personal. Y en lo laboral también, ya que según cuenta, ha estado trabajando varias veces en Argentina, ha hecho programas para televisión en Italia, clases magistrales en diversas escuelas españolas. «Estamos en mayo y yo creo que voy por noviembre», bromea añadiendo que en Galicia consigue ralentizarlo. «Aquí el tiempo se para, disfruto y avanzo mucho más. Consigo estar más concentrado que en cualquier lugar del mundo», asegura.
Rafael Amargo ha estado casi diez días en Caldelas de Tui, pero no acaba aquí este impasse de, como el la llama, residencia creativa. «Del 16 al 22 de junio volveré con todo el equipo para seguir avanzando con Sincera mente», anuncia. El bailarín tiene todas sus esperanzas puestas en la nueva producción. «Es la segunda producción que creo desde aquí, la primera salió muy bien, con mucha alma y aunque soy una persona práctica, creo las cosa que están hechas con verdad y entrega salen mejor».
El espectáculo habla de la aceptación, de la integración, de la normalidad. «Es mi proyecto más íntimo, he puesto toda la carne en el asador, es un espectáculo en el que me he abierto en canal. Este soy, esto hago y a esto voy. Y que me aplaudan o me abucheen, pero mi verdad es lo que les estoy contando», resume.
Pero vuelve el artista a hacer hincapié en el proyecto educativo innovador que se desarrolla en la escuela O Pelouro ubicada en Caldelas de Tui bajo la dirección de Teresa Ubeira y Juan Rodríguez, fundadores del centro en 1973.
«Empezamos a hablar y fue como una catarsis de pasión», asegura sobre la primera vez que se vieron. Amargo esquematiza sus métodos comparándolos con su propia forma de actuar: «Hay que ir al objetivo por el camino más corto y mas inteligente. Ir como borregos por el más largo no tiene sentido. Ellos consiguen resultados brillantes. Aquí no hay niños normales y con problemas. Todos son iguales, todos son niños y los que no encuentran su espacio en otro lugar, aquí sí lo tienen», resume.
En el día a día, al margen de las horas de ensayo, el equipo aprovecha todo lo que puede para descubrir el entorno. «Yo ya lo conocía, pero los que vienen conmigo se han llevado una sorpresa muy grande. Diego Franco, el director musical, dice que de aquí no se mueve. Se han quedado impresionados con el río Miño, Portugal o el verde entre los árboles, que parece que van a salir los duendes y es una cosa muy simpática», explica.
En el grupo hay gente de Sevilla, Granada, Barcelona, Madrid, Extremadura y Tokio, «que también tenemos una bailaora japonesa», advierte.
in La Voz de Galicia
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