terça-feira, 14 de julho de 2015

Las minas de oro del Baixo Miño

Con nueve años de trabajo junto al grupo de investigación de Estructura Social y Territorio-Arqueológico del Paisaje del CSIC, Brais Currás Refojos acaba de finalizar la tesis "Transformaciones sociales y territoriales en el Baixo Miño entre la Edad del Hierro y la integración en el Imperio Romano", ganadora del Premio Provincial de Investigación de la Diputación Provincial de Pontevedra. El trabajo es el primero transnacional hasta la fecha.
El trabajo recoge la historia de las comunidades campesinas que habitaron el valle del Baixo Miño a lo largo del primer milenio a. de C. y durante el proceso que condujo a su definitivo sometimiento al poder del Imperio Romano. La investigación de Brais Currás revela una sociedad no jerarquizada formada por castros como única agrupación política existente. Durante la Edad de Hierro, los castros eran de unas 200 personas y se situaban estratégicamente en el paisaje como modo de mantener la igualdad social: cada poblado se situaba de manera aislada para no intervenir en el desarrollo de otros asentamientos y evitar así la lucha por el dominio de recursos naturales que lleva a la jerarquización.
Esta organización de pequeños castros se disuelve con la llegada de las tropas romanas, ya que el nuevo imperio empleaba a las propias comunidades locales para su expansión militar, buscando alianzas y ganándose el favor de unas élites que creó y empleó para su provecho. Así aparecen comunidades que gozan de una posición privilegiada en su relación con Roma. Surgen aquí los grandes castros como el de Santa Tecla, en A Guarda,, que podría ser el resultado de la unión de varias comunidades que buscaban formar una entidad política mayor con la que hacer frente a la nueva situación política. Surgen con Roma entidades político-administrativas, las civitas de los Grovii con Tui (antiguo Tude) como punto estratégico del territorio y centro de poder donde se asentarán las nuevas aristocracias surgidas.
Con los romanos aumenta la producción agrícola y minera, esta última trabajada por las comunidades locales como forma de tributo al imperio romano. Surgen aquí nuevos castros dentro de las propias minas."El valle del Baixo Miño está plagado de minas de oro, en los montes de Tomiño y O Rosal hay muchas", señala Brais Currás, "una de las de mayor valor patrimonial es sin duda la de Buraco dos Mouros en Tomiño la cual el Instituto de Estudios Miñoranos trabaja para poner en valor mediante el estudio de la toponimia y con la realización de visitas guiadas", añade. No obstante la mina carece de señalizaciones y cuidados adecuados, parcialmente cubierta por el mato, por lo que desde el Instituto reclaman la involucración de las instituciones pertinentes. Destaca Brais Currás los castros mineros en la zona del río Tea, " las autoridades deberían poner en valor estas minas y facilitar su excavación para poder estudiar su cronología así como las condiciones de vida de las gentes que las trabajaban ", reclama Currás.
El premiado se siente muy orgulloso por el reconocimiento de su trabajo y elogia la inversión de la Diputación de Pontevedra, "es muy positivo especialmente en este momento en el que el dinero dirigido al campo de la investigación en España está por debajo de la media europea", añade.
El mayor deseo del premiado es el uso de su investigación como recurso social para que las autoridades pertinentes invirtiesen dinero en los castros a través de fondos europeos y hacer una actuación coordinada de carácter transfronterizo para poner en valor el conjunto de castros del valle del Baixo Miño, "no quiero que mi trabajo quede en una estantería", señala.
in Faro de Vigo

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