Sara Tui, la capitana de El Olivo, compagina su pasión por el fútbol con su trabajo en una empresa de control de calidad de productos de automoción. Sus compañeros ya son sus fans
«¿Qué tal fue el partido? ¿Cómo quedasteis?». Esa es a menudo la primera frase que Sara González (Tui, 1989), más conocida como Sara Tui, escucha los lunes por la mañana cuando cruza la puerta de QLS Service, la empresa de control de calidad del sector de la automoción en la que trabaja en Valença do Minho. Preguntarle por los partidos de El Olivo, en el que es capitana, es ya una costumbre más allá de la «raia». Tanto, que el encuentro de vuelta de la eliminatoria de ascenso a Primera frente al Oiartzun puso delante del televisor a toda la empresa. «Como lo emitían por la TVG lo vieron todos, no hablaban de otra cosa, les dio mucha pena que no ascendiéramos», cuenta la centrocampista, a la que algunos compañeros también animaron desde las gradas de Navia.
De lunes a viernes, por las mañanas, Sara se mueve entre volantes y piezas de automoción a las que somete a controles de calidad, pero por las tardes y durante el fin de semana se centra en el fútbol. Cuando comenzó a trabajar en QLS Service y comentó a sus compañeros que era futbolista, creyeron que se trataba de una mera afición, pero para Sara el fútbol es algo más. No entiende la vida sin la pelota. «Cuando comenzaron a ver las noticias que compartía en las redes sociales en las que salíamos todo el equipo se dieron cuenta de que era algo más que un hobby. Ahora todo el mundo me pregunta», confiesa.
Antes de empezar en su empleo, Sara había trabajado como dependienta, por lo que el sector de la automoción era algo nuevo para ella. Sin embargo, «el día que me hicieron la entrevista ya me dijeron que me cogían, así que estoy muy contenta». El control de calidades en las piezas de vehículos que supervisa ya no tiene secretos para ella, y además cada poco tiempo acude a cursos de formación. Además, aunque al principio alternó turnos, ahora trabaja solo por las mañanas, lo que le permite acudir a los entrenamientos y los partidos sin ningún problema. Algo muy importante para una futbolista a la que la devoción por el fútbol le viene desde pequeña.
Sara Tui es de las que se toma muy en serio todo lo que hace. Asume con responsabilidad su tarea en su puesto de trabajo y pone la misma intensidad cada vez que sale a jugar a un campo de fútbol. El deporte, asegura, «es también una forma para desconectar del trabajo, igual que me sucedía cuando estudiaba», confiesa.
No tenía ni cuatro años cuando comenzó a dar sus primeras patadas al balón. Su padre había jugado al balompié, sus tíos también, y compartía ratos con sus primos corriendo detrás del esférico. Así, sin proponérselo, en las tardes de juegos, comenzó a forjarse una pasión que le ha llevado a mil aventuras. «Cuando estaba como dependienta tenía que trabajar los fines de semana. Era la temporada de Primera de El Olivo y recuerdo que había veces que cogía un avión yo sola el domingo por la mañana para poder ir a jugar, o me metía seis horas de coche de noche para llegar a un partido. Fue una época muy dura y me perdí muchos encuentros, pero yo necesitaba jugar», asegura.
Defendiendo la camiseta del Tyde fue quemando etapas y adquiriendo técnica rodeada de niños. «Hubo un par de niñas una vez, pero lo dejaron, realmente yo era la única que jugaba, el bicho raro», cuenta entre risas. Ella tenía claro que nadie le iba a privar de su pasión, y hasta los quince años jugó en el club tudense rodeada de chicos. «Me duchaba antes que ellos. Luego mi entrenador me hizo un cartelito de ocupado con una foto de una chica y me duchaba en el vestuario de los árbitros», recuerda.
La destreza de Sara Tui con el balón no pasó desapercibida y el Arousana llamó a su puerta. Allí estuvo tres temporadas, luego se fue al Pontevedra, y más tarde el Estartit de Primera se la llevó para Cataluña durante temporada y media. En esa época la centrocampista prácticamente acarició con los dedos el sueño de ser profesional, pero el club se desmanteló y regresó a casa y a El Olivo, con el que durante las últimas cinco temporadas ha vivido en una montaña rusa de emociones. Ascensos, descensos, fases y campeonatos de liga.
Sara ha aprendido a convivir con espinita de quedarse de nuevo a las puertas de la élite, aunque tiene muy claro que el próximo año lo intentará de nuevo con El Olivo. Espera con ansia el lunes que, al cruzar las puertas de QLS Service pueda responder a sus compañeros «¡Hemos ascendido!».
in La Voz de Galicia
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