domingo, 11 de outubro de 2015

DE TUY A VALENÇA DO MINHO: MONUMENTAL ENTRADA A PORTUGAL

¡Qué peligroso recorrido a lo largo de la historia el que nos lleva desde Galicia a Portugal, atravesando el Miño! Extraordinario corredor que, especialmente en la Edad Moderna, sería como punta de flecha que atraviesa el solar lusitano por el norte, como la línea Ciudad Rodrigo-Almeida lo sería más abajo, o Badajoz-Elvas un poco más al sur.
No es de extrañar, entonces, que en ese gran cabezo en que se alza Valença do Minho se encuentre una de las tres fortificaciones más portentosas de la Raia/Raya. Las otras dos son las que corresponden a las poblaciones portuguesas más atrás mencionadas.
Valença presenta una doble fortaleza, unidas por la Porta do Meio. Hacia Tuy, se alarga la Fortificación Magistral (o de la Vila Velha) con siete baluartes y unos glacis de enorme inclinación, que constituye el recinto abaluartado levantado envolviendo la antigua población medieval. Hacia el interior portugués (al sur), presenta una Obra Coroada -creada para reforzar la defensa de la villa en un padrastro peligroso de ser ocupado por el enemigo -de tres baluartes y dos medios baluartes.
En el proyecto de Manuel Pinto Villalobos, de 1691, la Obra Coroada aparece sin caserío, como obra nueva creada ex profeso para la defensa; la primitiva población medieval está rodeada por cuatro baluartes y un semibaluarte, más otra Obra Coroada -de tres baluartes- orientada hacia la anterior, también sin caserío.  Ya en el plano de Gonzalo Luis da Silva Brandão, de 1758, la Obra Coroada del sur se presenta como en la actualidad se conserva (idéntico al que presenta Villalobos), y la que prolonga a la envolvente del recinto antiguo se diseña formando con dicha envolvente un “todo”, de siete baluartes (uno es, en realidad, semibaluarte): ahora todo el conjunto está urbanizado, si bien en la Obra Coroada predominan los espacios libres (que en buena parte así permanecen). Similar es el plano de Champalimaud de Nussane, de 1766. Y similar es la planta que nos ha sido legada y que está en óptimas condiciones de recuperación y revitalización.
Y ese interior nos recuerda lo que fue hace pocos años Elvas: ciudad de múltiples comercios detallistas, primorosamente ambientados para satisfacer todos los gustos de los turistas que complementan la visita monumental con compras de recuerdos. Sus calles estrechas y empedradas, iglesias, casas señoriales, plazas, etc. nos presentan una población acogedora, tranquila y rica en patrimonio urbano monumental.
Con todo, lo más impresionante es la fortificación abaluartada, los recios baluartes, amplios revellines, puertas monumentales, profundos fosos y glacis despejados. Desde ella, la vista del entorno es espectacular, especialmente hacia el norte, por donde discurre el Miño y se encuentra la vecina Tuy, con la que hoy día forma una hermanada eurociudad.
La fortaleza consiguió resistir las incursiones del comienzo de la Guerra de Restauração (1643), si bien cayó en manos españolas en 1654, aunque enseguida sería recuperada, reforzándose la construcción, que se culmina en 1713.
Durante las Guerras Napoleónicas sería tomada por las tropas del comandante general francés Jean de Dieu Soult (1809), y de nuevo cobrará protagonismo durante las Guerras Liberales de Portugal (1828-1834). Todo ello redundará en la actuación de refuerzo y recomposición de las murallas, que actualmente, tras una reciente rehabilitación, le han otorgado una grandeza extraordinaria.
Desde allí, la vista de Tuy resulta admirable. A la otra orilla del Miño, la ciudad española tiene el aire medieval que el ser un lugar clave de la ruta jacobea le fue dando. Se conservan especialmente numerosas edificaciones de los siglos XV y XVI, blasonadas y con arcos conopiales, así como parte de sus murallas, pero la “joya de la corona” es su Catedral de Santa María.
Su construcción tuvo inicio en 1120 y se finalizó sesenta años después. Esto hace que la composición sea puramente románica, si bien tuvo reformas posteriores, como es el caso de la fachada principal, ya de principios del siglo XIII, como ocurre con el claustro, magnífico ejemplo de gótico cisterciense. El complejo escultórico de su entrada, de un gótico inicial, con cierta rigidez compositiva, está considerada el primer conjunto escultórico gótico de la Península ibérica.
Sus coronamientos almenados y la estructura compacta, de escasa aberturas, nos sitúan ante una catedral-fortaleza, edificio religioso y al mismo tiempo defensivo, como corresponde a su situación geoestratégica. Desde la terraza de su claustro, la vista de la Fortificación Magistral y parte de la Obra Coroada de Valença do Minho es estratégicamente extraordinaria.
Alrededor de su plaza -amplia, despejada-, se extiende un callejero laberíntico, cuya traza delata su pasado medieval, con restos de paños de sus antiguas murallas.
La fortificación abaluartada, que ampliaba hacia el norte su recinto medieval, se nos muestra en el Proyecto del Conde de Humanes, de 1670, con tres baluartes completos y cuatro semibaluartes que protegen todo el espacio que no linda con el río Miño (barrera natural). Parecida composición tenemos en plano anónimo de 1730, si bien con el añadido de dos defensas exteriores (un talud y un revellín) hacia el norte, en los paños de murallas comprendidos entre un baluarte y dos semibaluartes que lo flanquean, a orillas el último del Miño.
En el plano de Miguel de Hermosilla, de 1777, se nos muestra el denso caserío del antiguo recinto medieval, que contrasta con la ligera ocupación del resto del espacio protegido por la fortificación abaluartada, donde existen espacios libres, de labor y arbolado. Algo que persiste en el plano de Francisco Coello, de 1856, en que el recinto abaluartado aún se muestra completo, quedando rebasado por la expansión urbana, formándose arrabales por todas las direcciones (menos en el este, lógicamente, por la barrera del río).
Por Moisés Cayetano Rosado

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