La mujer quedó inmovilizada en el San Simón, boca abajo, con 1,5 metros de agua por encima
Un guardia civil salvó la vida esta semana a una mujer de 54 años de nacionalidad canadiense que hacía el Camino de Santiago en compañía de su marido. Los hechos ocurrieron el martes en la parroquia de Ribadelouro, cuando las precipitaciones de las jornadas previas habían elevado tanto el nivel del río que cogió más de 1,5 metros de altura y cubrió la Ponte das Febres.
Peregrinos que pasaron antes por el lugar cruzaron utilizando un tronco; de hecho, aún ayer seguía bajo la cruz que recuerda que en este punto enfermó San Telmo, un cartel escrito en inglés que indicaba cómo acceder al paso alternativo. El peligro era evidente por el caudal, la fuerza del agua y las rocas del fondo, pero aún así la pareja cruzó como antes habían hecho otras personas. Justo cuando la mujer iba a alcanzar la otra orilla, resbaló y cayó boca abajo en el lecho del río san Simón sin poder moverse.
El guardia Aurelio Rodríguez Bargiela se tiró al agua, incorporó a la mujer, inmovilizada por el peso de la mochila y las ropas y, tras conseguir que reaccionara, la llevó a suelo firme, donde su marido asistía impotente al rescate. «Solo me quité la gorra y me lancé. No dudé en que tuviera que tirarme porque para eso te pones el uniforme», explicó ayer en el mismo lugar en el que el martes prestó el auxilio vital. «Cuando eres guardia civil no vienes a trabajar, sino a hacer un servicio o, por los menos, yo lo siento así», señaló.
Reconoce la satisfacción del deber cumplido, pero lo asume con naturalidad. «Da igual la profesión o vocación que tengas, lo importante es hacerlo bien», afirma. Sobre la sucesión de hechos del martes recuerda que la jornada arrancó como cualquier otra. «Íbamos a hacer una inspección a una cantera cuando nos encontramos con un grupo de peregrinos que nos preguntaron si se podría pasar el río», recuerda. «Cuando llegamos ya había gente cruzando con un tronco y la mujer se precipitó boca abajo sin poder darse la vuelta», explica. «Mi mayor miedo eran las piedras del fondo porque no sabía que pudiera llevar tanta agua el río», señala.
Con 31 años de servicio a sus espaldas, este guardia de Tui ha hecho posible que la mujer continúe su camino. El de Santiago pensó en abandonarlo. «Tras el rescate pidió irse rápido para su país, pero tras día de descanso continuó la peregrinación», confirmó. «El abrazo que me dio fue la mejor recompensa», asegura. El rescate se produjo en Ponte das Febres, donde enfermó San Telmo, nombre del barrio bonaerense en el que nació Aurelio Rodríguez.
in La Voz de Galicia
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