El puente diseñado por Pelayo Mancebo y Ágreda era, a todos los efectos, la frontera internacional entre Portugal y España en 1967. El cruce del río Miño en Tui podía convertirse en un trámite sencillo o en una enorme espera. En agosto, Manuela de Castro Riveiro da Silva vivió la cara más amable del lugar. El delegado de Información y Turismo la esperaba en el lado español con un ramo de flores. El motivo era una cuestión numérica: se había convertido en el turista medio millón en cruzar esta frontera.
in La Voz de Galicia
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