Viven a las puertas del juzgado de la ciudad portuguesa de Valença y por lo que
se puede ver, no llevan vida de perro.
Vagabundos, pero con techo.
comida. Todo un gesto de ternura que obliga a parar los visitantes en medio de la compra de toallas y paraguas. Reconfortante.
in Atlântico Diário
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