Dos jóvenes gallegos han participado en la película más taquillera del año. Ninguno supera la treintena y ya han conseguido que sus nombres figuren en los créditos de una superproducción de Hoyllywood. La tudense Belén Sousa Domínguez y el vigués Juan Martínez Martínez forman parte del equipo de animación de Capitán América: Civil war.
Trixter, una de las compañías más importantes de animación y efectos audiovisuales, con estudios en Alemania y Los Ángeles, los fichó para poner en movimiento la mano del Soldado de Invierno, animar la pelea que los enfrenta a la Pantera Negra o dar vida al escudo del propio Capitán América. Tras los siete minutos de cinta firmados por los estudios alemanes hay decenas de horas de trabajo. En el equipo de Belén Sousa y Juan Martínez eran doce; y ellos, los únicos españoles.
«Aunque todo parece magia, son horas de minucioso trabajo. El ordenador no interpreta, hay que darle las claves exactas en cada fotograma», explican. Lo más difícil, indica Belén, es «animar la pantera». «En este caso no hay una referencia que sirva de base, tienes que ser muy creativo para diseñar el animal y animar la pelea con los efectos y movimientos que haría si fuera real a partir de lo que simuló en cada fotograma una persona disfrazado», añade.
El reto fue también lo mejor, apunta Juan. «Porque nosotros, en este caso, hemos hecho un personaje por completo, que es un actor más en la película».
Los dos jóvenes son especialistas en rotomation, la parte que se encarga de recrear en 3D la animación y escenario de cada escena. «Es la especialidad de representar en un espacio tridimensional, con profundidad, lo que se está viendo en dos dimensiones», explica Juan Martínez. Se conocieron cuando trabajaban en Palma de Mallorca para C.G. Pills. «Allí trabajábamos con planos acabados, que los transformábamos en 3D estereoscópico, o sea con gafas, pero en Trixter éramos nosotros los que los acabábamos», especifican.
A modo de ejemplo explican que, en este último trabajo, les daban un plano de Soldado de Invierno con croma y ellos eran los encargados de cambiar ese verde dándole movimiento a las partes hechas por ordenador. A Soldado de Invierno le sustituyeron la mano metálica en más de noventa planos. «Lo más complejo es que el actor lleva la chaqueta de verdad así que hay que clavarlo para que parezca siempre que está superpuesta», dice Juan. Lo primero, indica su compañera, «fue copiar al personaje entero para tener la referencia en el espacio y que la mano siempre mantenga la proporción. Solo hacer la extremidad supuso entre ocho y dieciséis horas de trabajo».
En el caso del escudo del protagonista de la trilogía, sustituyeron el del actor, que no era rígido o se lo ponían en los planos en los que no rodó con él. «El escudo cambia de tamaño si el actor se acerca o de ángulo si gira y eso no se puede hacer de forma automática con ningún programa», confirman los únicos gallegos que tuvieron acceso al contenido de la película antes de su esperado estreno. Han hecho la animación, «que es una de las partes de los efectos especiales».
El resultado no ha podido ser mejor porque el 1 de julio han de estar de nuevo en Múnich para trabajar en otra superproducción de Hollywood.
Su trabajo para Trixter le ha reportado a Belén y a Juan más sorpresas. Han colaborado durante su estancia en Múnich en Fear the walking dead. «Nosotros animamos a los cangrejos que se comían las tripas de un zombi», explican sin escrúpulos. Sobre la superproducción que les espera a partir de julio, guardan con celo el secreto profesional aunque su entusiasmo evidencia que se trata de otro gran proyecto. Experiencia no les falta pese a la edad ya que en Palma de Mallorca, centrados en la conversión de películas a 3D estereoscópico, se encargaron de Maléfica, Godzilla o Los Juegos del Hambre.
El idioma no ha sido un problema en la capital alemana. «El lenguaje específico de la profesión es más universal, así que no hay problema al compartir programas y términos», explican. Su horizonte laboral inmediato es también de cine, pero la morriña se deja notar. «De momento no hemos tenido la oportunidad de trabajar en Galicia. Nos encantaría, pero mientras seguimos acumulando experiencias», dicen. Desde que perdieron su trabajo anterior, cuando a finales del año pasado CGPills trasladó a la India su actividad, mandaron currículos a cuantas empresas y productoras pudieron. «De Trixter tardaron tres días en llamar y en una semana ya estaba trabajando», confirma Belén.
in la Voz de Galicia
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