Un joven tratante de becerros vivía en la parroquia rural viguesa de Valadares y usaba su negocio de ganadero como tapadera para convertirse en un hábil distribuidor de heroína en el norte de Portugal y el sur de Galicia. El implicado, de 35 años, salía de casa en su coche a primera hora de la mañana como cualquier trabajador y hacía horarios de comercial, con rutas en carretera de diez horas diarias. En el momento de su arresto movía droga valorada en 150.000 euros si se vendiese en la calle. Tenía 9.708 dosis de heroína, un kilo de cocaína y otro kilo de hachís.
El supuesto traficante se trasladaba una vez por semana a localidades de España para comprar la droga al mejor precio y volvía a Vigo para cortarla y envasarla en pequeñas dosis en una nave industrial de Valadares que usaba como tapadera. Luego, se recorría los pueblos al norte y sur del Miño para revender cantidades de 20 gramos a su fiel clientela, la mayoría pequeños camellos.
El grupo de la Udev-Drogas le siguió la pista durante cinco meses porque sospechaban que era el traficante que se había hecho con el reducido mercado de la heroína en el triángulo entre Vigo, Ourense y Valença do Minho. A los investigadores les llamó la atención el alto grado de «tecnificación» del implicado. Él se encargaba de toda la cadena del negocio ilícito y prescindía de intermediarios. Las faenas que hubiesen ocupado a un equipo de cinco traficantes las desempeñaba él en solitario.
El implicado era muy escurridizo y tomaba muchas medidas de seguridad para que no lo siguiesen en sus rutas, que variaba continuamente para despistar a sus perseguidores. Cambiaba en una misma mañana de coche hasta tres veces, pasaba dos o tres veces por la misma rotonda y, en viajes largos, incluso alquilaba otros dos vehículos a la vez para borrar su rastro.
También tenía la precaución de moverse solo de día y evitaba actuar de noche o salir de fiesta a pulirse sus ganancias. La policía considera que, dentro del mundo del narcotráfico, se trata de un cauto profesional.
Finalmente, los policías antinarcóticos averiguaron que el sospechoso se dirigía a hacer una venta y lo pillaron. Los agentes registraron dos de sus propiedades y decomisaron 9.708 dosis de heroína, mil de cocaína, un kilo de marihuana, un kilo de sustancias de corte, pequeñas cantidades de hachís y una escopeta de la marca Bereta.
A los agentes también les sorprende que el implicado lograse hacerse con una pistola real del calibre 9 milímetros con munición pese a que carecía de licencia para la posesión de armas. Disponía de cargador y cien cartuchos de distintos calibres.
En los registros, la policía se hizo con un coche de alta gama de la marca Audi, un ordenador portátil, cuatro teléfonos móviles, una báscula de precisión y distintos efectos para elaborar y tratar sustancias. El historial del implicado estaba casi limpio pues solo tenía una detención anterior por drogas. Dos juzgados, los números 2 y 6 de instrucción de Vigo, coordinaron la operación.
Dos históricos narcos de O Salnés en la banda del vigués que fletó el «Onda Nazarena»
Dos históricos narcotransportistas de O Salnés formaban parte de la banda viguesa que movió casi 2 toneladas de cocaína en el pesquero portugués Onda Nazarena. A bordo del barco viajaba el conocido lanchero apodado Jaro Fariña, vecino de Cambados, y que acumula numerosas detenciones.
El segundo implicado fue atrapado en la autopista, cerca de Ourense, cuando se dirigía con dos vigueses a dar explicaciones a sus clientes colombianos por la incautación de la droga frente a las costas de Peniche, en Portugal. Se trata de Carmelo L., conocido como Magdalena, un vecino de Sanxenxo que en el 2009 fue detenido en la autovía A-52 a la altura de Puebla de Sanabria cuando llevaba de pasajero a otro implicado. Le buscaban como prófugo y para investigarlo por un supuesto envío de 2.000 kilos de cocaína. En 1996, fue procesado por el alijo de 1.000 kilos en la operación Santino.
in La Voz de Galicia
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