32 mujeres de la mayor comunidad marroquí del sur gallego acuden a clases en Tui
«Nacimos en Marruecos, pero nuestra comunidad ya ha echado raíces aquí, formamos parte de la sociedad de Tui». Las mujeres marroquíes que asisten a las clases de español de Cruz Roja en el municipio asienten de forma unánime al escuchar la valoración de la que actúa como portavoz. Son 32. Cada miércoles se reúnen en las clases de español que imparten con la colaboración del Concello y el apoyo de la asociación recreativa y cultural Lembranzas da Terra, que les cede el local.
Muchas de estas mujeres ya llevan más de una década en el municipio y, además de estrenar nacionalidad española, también ejercerán hoy por primera vez su derecho al voto en España. La integración «es total», según las aventajadas alumnas de español, que ya saben manejarse con soltura en las situaciones cotidianas del día a día. Su perspectiva es un buen indicador de la tolerancia de una sociedad en la que el 3,3 % es extranjero. «En Tui nos sentimos en casa, aunque después de lo de París nos ven de otra manera», sostiene un grupo que asegura haber sido objeto de algún comentario peyorativo tras los atentados por el solo hecho de haber nacido en Marruecos. La comunidad tudense está integrada por unas 260 personas.
«Estamos muy integrados porque es un lugar en el que convivimos muchas culturas y todas se respetan», indica una de la mujeres. Pero esta diversidad cultural no se valora como tanta riqueza en otras zonas. «Fuera de Tui se sorprenden y hay quien se nos queda mirando por ir con velo o nos miran raro. Por eso solemos estar siempre por aquí, tranquilas», explica este representativo grupo de la comunidad que comparte y aporta a diario sus tradiciones con las de otras nacionalidades.
Velo no obligatorio
Con naturalidad y cercanía explican sus costumbres y creencias. «Llevamos el velo por nuestra religión pero no por obligación si no porque queremos y nos gusta», defiende el grupo de la más jóvenes mientras comparten con los voluntarios de la Cruz Roja y otros vecinos un té de fin de año. Las clases se suspenden hasta enero como en los colegios públicos. «Pero para nosotros la Navidad no existe, celebramos todo el mes el nacimiento de nuestro profeta», explican.
La actividad del día 24 se centra en «hacer una comida especial, vestirse de forma elegante y visitar a la familia». Un plan casi idéntico al del resto de familias del municipio y al que se adaptarán algunas de las del curso «porque ya llevamos aquí muchos años y no tenemos ya a nadie en Marruecos». Son los menos, porque la mayoría cruzarán la frontera para disfrutar de la no Navidad con los suyos y en su tierra natal.
No destacan ninguna barrera ideológica ni social en su actividad diaria pero echan el falta más cursos del Concello que satisfagan sus intereses. «Queremos trabajar y poder hacer cursos de costura, cocina, cerámica y peluquería, pero no talleres cortos, sino formación que nos permita buscar empleo», dejan caer.
La inserción es igual sin importar la franja etaria aunque, a los niños les es más fácil siempre adaptarse a todo. «Tenemos amigos por igual marroquíes o españoles, todos nos respetamos y, la rapidez para hacerse con el idioma depende también de cada uno aunque, de media, en dos cursos, todas las mujeres aprenden a comunicarse con soltura», aseguran las más jovencitas.
La coordinadora comarcal de Cruz Roja, Nélida Rodríguez, destaca el enriquecedor potencial de estas actividades en la que colaboran ocho voluntarios. «La mayor dificultad es adecuar el material al ser un grupo tan amplio con distintos niveles de manejo del idioma», explica sobre el curso de las marroquíes.
in La Voz de Galicia
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