Esteban Alonso comenzó en el piragüismo al día siguiente del bronce olímpico de Enrique Míguez y a lo largo de tres décadas ha sido pieza fundamental para el éxito del Tudense
La medalla de bronce en C-2 de Enrique Míguez no solo contribuyó en 1984 a engordar el entonces escuálido medallero del deporte español, sino que fue la gesta que llevó a Esteban Alonso a entrar en el mundo del piragüismo. Tres décadas después, aquel chaval que quiso imitar a su ídolo en el Club Penedo se ha convertido en la referencia de la entidad más laureada del piragüismo español.
«Empecei ao día seguinte de que Míguez gañase a medalla. Era tudense e o seu logro tivo moita repercusión», rememora Esteban, que comenzó en el equipo que tenía más cerca de casa y tres años después ya se mudó a un Tudense que hoy es su casa. En Tui, en los primeros tiempos, recuerda que «entón a estrela era Enrique Míguez e nós iamos de palmeiros as probas a aplaudir as súas medallas». Alonso enseguida se dio cuenta de que la competición no era para él, profundizó en sus estudios docente y poco después comenzó a entrenar con los más pequeños. Era el año 89, tres antes de que se convirtiera en entrenador del primer equipo.
Durante estos 26 años, ha sido testigo directo del crecimiento descomunal de su club. «Da man de Eduardo Sousa -que fue presidente- apostamos por traballar con gañas e motivación, percorrendo os colexicos para captar cativos». Fue el primer paso para comenzar a competir con asiduidad en campeonatos de España y demás citas de rango estatal. Hoy el Tudense es una potencia que colecciona títulos de campeón de España a nivel de clubes y que ha demostrado un dominio incontestables en barcos tan sagrados como el K-4.
Pero la colección de títulos no ha provocado un cambio de metodología, sino que la ha reafirmado. El club comienza a recibir palistas a los nueve años, durante el invierno trabaja con unos 80 y en el verano duplica esa cifra. La mayor aglomeración se da en alevines e infantiles, luego aparece un bajón en cadetes y en juveniles, para terminar con una curva muy ascendente en la categoría absoluta. La única en donde no consiguen equiparar hombres y mujeres.
El gran cambio viene en el resto de los aspectos, con técnicos cada vez más preparados, conocimiento de lo que hacen en otros países -«porque Internet faite estar en contacto co mundo e saber que están facendo noutras partes»-, y la evolución de las embarcaciones en cuanto a sus líneas y sus materiales. Esteban siempre ha estado muy pendiente de ese crecimiento y de compartir su conocimiento. El fin de semana pasado, sin ir más lejos, estuvo en Madrid impartiendo un curso en el seno de la Federación Española de Piragüismo.
Con lo único que no puede el hombre fuerte del Tudense es con los aviones, a los que se niega a subir. Lo hizo por última vez para acudir al Mundial del 2009 en Canadá «e a viaxe de volta xa a fixen drogado. Era cando lle estaba empezando a coller fobia, e cando chegamos a Madrid, aluguei un coche e viñénme para a casa».
Desde la experiencia, Esteban Alonso no titubea al ser preguntado por las condiciones de un palista tipo y la principal es la paciencia: «Debe ter unhas condicións psicolóxicas importantes. Sabendo que isto é unha carreira de longo prazo, sin trazarse grandes metas a curto prazo, e ter unhas boas cualidades de forza e de resistencia».
Cualidades que reúnen casi todos los palistas que han convertido el piragüismo en uno de los deportes con más practicantes y de más rentabilidad en Galicia, lo que asegura un futuro esperanzador pese al descenso de natalidad y, sobre todo, la falta de instalaciones adecuadas
in La Voz de Galicia
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